Esta podría ser la gran ganadora en la noche del Oscar... o la gran perdedora.
EE. UU., 1968. Unos ´días antes de la Convención Nacional Democrática, miembros de distintos grupos se organizan para protestar en contra de la guerra de Vietnam, la discriminación y a favor de la libertad de expresión. Meses después, ocho de ellos enfrentan cargos por conspiración, cruzar las líneas entre estados para iniciar un alboroto, enseñar a hacer una bomba e impedir la aplicación de la Ley.
Más de cien días tomó el juicio, la película lo cuenta en 2 horas con 9 minutos; es una gran hazaña. El guion, también de Sorkin, recupera momentos clave para, a través de ellos, hablar sobre la corrupción, el poder del Estado, las estrategias para acallar voces opositoras y los usos de la Ley para conseguirlo. ¿Les suena familiar?
"El juicio de los 7 de Chicago" tiene claro su objetivo y lo alcanza. Utiliza con inteligencia sus recursos para recrear el momento, aprovechar un reparto multiestelar (Sacha Baron Cohen, Joshep Gordon-Levitt, Frank Langella, Eddie Redmayne, Mark Rylance, entre otros) del que es difícil elegir quiénes representarán al filme en la temporada de premios, y poner en la agenda, con diálogos precisos, una serie de temas que en tiempos de elecciones en EE. UU. y de verdades a medias en una escena mundial en crisis, dan en el blanco.
Esta es una gran película y lo sería en cualquier momento, en éste es una declaración. Ésa es precisamente su fortaleza y debilidad. Poner el dedo en la llaga puede ser lo que se necesita, pero también doloroso, y más allá de la Academia, filmes como éste tienden a ser visibilizados, no necesariamente encumbrados... eso es ir demasiado lejos y la mayoría de las veces se da un paso a la vez. La temporada de premios apenas inicia, pero más allá de cualquier resultado, "El juicio de los 7 de Chicago" sobrevivirá, como sus protagonistas, al paso del tiempo.
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