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"El gato con botas: El último deseo" de Joel Crawford

Esto es un cuento de hadas y un deseo cumplido.

Luego de once años y un debut en solitario decente, el Gato con botas regresa en plena forma en esta secuela del spin-off. El Gato con botas es ya una leyenda, lo sabe, le gusta y lo disfruta. Tras salvar la situación y hacer gala de sus virtudes, se gasta otra vida. Entonces, recibe la visita de la Muerte, le queda una. Para evitarse acabar en el más allá, el Gato con botas se queda en Gato (sí, ahora sí que "cuelga", bueno, mejor dicho, entierra botas y demás) y se resguarda en casa de Mamá Luna (literal, la señora de los gatos). Una esperanza aparece cuando se entera que una estrella le puede conceder cualquier deseo. Va en pos de ella, pero no es el único; Kity Patitas Suaves, Ricitos de Oro y los tres osos, y Jack Harrer, la quieren también.

Esta entrega del universo Shrek, si se le puede llamar así, recuerda justo lo que hiciera famosa y relevante a "Shrek": toma elementos de los cuentos de hadas y les da vuelta para decir algo. Es una película tremendamente divertida, tremendamente relevante y tremendamente madura, una combinación que no necesariamente se esperaba del Gato con botas. Y ahí está la clave.

"El último deseo" justo confronta a su personaje central con quién cree que es. La secuencia inicial da cuenta de ello. Es un festín de música y extravagancia donde el Gato con botas luce y presume, es irreverente y retador. El que termine con una de sus vidas es lo de menos... hasta que se ve, aunque él no lo sabe, frente a la muerte. Verlo luego contrastado con el gato que se convierte (de barba larga y baja energía) en casa de Mamá Luna es divertidamente patético. Ahí, por cierto, aparece Perro. Perro es una gran adición. Recuerda un tanto la función que Burro tenía en "Shrek", sólo que, a diferencia de éste, Perro es inocente y optimista, justo lo puesto del Gato con Botas. Los dos, con Kitty Patitas Suaves hacen un trío peculiarmente entrañable y encantador.

"El último deseo" funcionan porque todos sus personajes giran en torno al mismo problema: entender el valor de la vida, cómo se debe luchar por ella y que es mejor en familia. Ricitos de Oro, por ejemplo, no se ha dado cuenta que tiene una nueva familia con los tres Osos; Jack Harrer se ha ocupado de hacerse y hacerse de objetos mágicos (genial idea qu permite ver el bolso de Mary Poppins, las galletas de Alicia en el País de las Maravillas, Excalibur y tantos más), pero no tiene a nadie; Kitty Patitas Suaves y el propio Gato con botas tiene problemas de compromiso. El único que lo sabe (y quizás no es del todo consciente de ello), es Perro.

Más allá de esas adiciones, "El último deseo" brilla con un elenco vocal de primera liderado por Antonio Banderas. El Gato con botas no sería lo mismo sin Banderas que le da el toque latino, pero además esa socarronería encantadora al personaje. Bandera hace la voz en inglés y el doblaje en español. Salma Hayek hace a Kitty Patitas Suaves, Floren Pugh a la aguerrida Ricitos de Oro y Olivia Colman a Mamá Oso. Visualmente tiene también novedades. El estilo de animación estéticamente recrea el de los dibujos clásicos de cuentos de hadas, con acuarelas; las secuencias de acción toman el estilo de "Spider-Man: Un nuevo universo", dándoles un dinamismo e identidad muy propios.

"El Gato con botas: El último deseo" es una de las mejores películas animadas de 2022 (sumándose a "Red" y "Pinocho de Guillermo del Toro"), combinando entretenimiento con contenido y estilo. La calidad demuestra en ella que cuando hay valor, hay taquilla (lleva casi 200 millones de dólares, costó 90; un destino muy distinto de las desafortunadas "Un mundo extraño" y "Lightyear"). En este deseo hecho película, el Gato con botas es contundente y fija su leyenda bajo un nuevo terreno: "Sé que nunca podré vencerte, lobo (muerte). Pero nunca dejaré de luchar por esta vida".

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EE. UU. 2022 - 1h 42m


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