Ian McEwan es uno de los autores que mejor puede sumergirse en las aristas de las relaciones y en esta ocasión lo hace en las de una pareja.
A los 22, Florence, una violinista, y Edward, un historiador, se acaban de casar. Ambos son vírgenes y el dulce que se supone debe apoderarse de ellos en su luna de miel pronto se vuelve amargo. Mientras comienzan a acercarse y las prendas intentan caerse, los recuerdos de su historia de amor se intercalan.
"En la playa Chesil" tiene todos los ingredientes correctos y aún así algo le falta. La premisa es muy compleja pues se sienta en las entrañas de la comunicación en una época donde ésta no era precisamente muy común y menos en términos de sexualidad; era Inglaterra en 1962. Justamente su título, alude a ello de manera metafórica. La playa Chesil es un tómbolo o accidente geográfico que forma una estrecha lengua de tierra entre una isla o gran roca y tierra firme. Así es el camino que deberán superar o no, Florence y Edward. La ironía está en que se aman y deseaban casarse.
Saoirse Ronan es espléndida como Florence. Sería otra obra adaptación de una obra de McEwan, quizás la mejor a la fecha, la que la pondría en el mapa al darle su primera nominación al Oscar cuando apenas tenía 13 años. Sin embargo, mientras "Expiación, deseo y pecado" consigue precisamente dialogar sobre la primera palabra que le da título en español, "En la playa Chesil" se queda a medio camino... un poco como la misma playa, sin poder sortear el camino rocoso, aunque lo hace de hermosa manera y quizás ello sea suficiente para mirar el problema.
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