"Siempre es la pregunta la que involucra al oyente, nunca es la respuesta," Lydia Tár
Una obra maestra.
Cuando está en acción, el artista "tiene que sublimarse a sí mismo, a su ego y, sí, a su identidad. De hecho, debe pararse frente al público y Dios, y borrarse a sí mismo". El artista se vuelve la obra. Eso dice Lydia Tár, directora de la orquesta de Berlín en una entrevista, y eso hace Todd Field, director, en "Tár".
Todd Field tiene con "Tár" tres películas, una mejor que la otra y eso no es poco decir cuando "las otras" son "Crimen imperdonable" y "Secretos íntimos", nominadas al Óscar y ganadoras de múltiples premios. En "Tár", Lydia, la protagonista está en la cúspide de su carrera. Está a cargo de una de las orquestas más importantes del mundo, prepara un concierto, también un libro, da clases en Julliard (¡La mujer es un EGOT! Es decir, tiene un Emmy, un Grammy, un Oscar y un Tony, los premios más importantes de la televisión, la música, el cine y el teatro), la universidad de arte más respetada de arte; está casada y tiene una hija. Lydia es una fuerza a respetar. El filme inicia con una entrevista en la que es fascinante escucharla. Luego, en una clase, es absorbente hasta que en aras de hacer su punto se vuelve intimidante; la pierna de uno de sus alumnos no puede dejar de temblar. Esos momentos, aunados a tantos otros de su pasado, la amenazan. Está, sobre todo, Krysta Taylor (Sylvia Flote), una colega que se suicida y que culpa a Lydia de haberle cerrado las puertas.
"Tár" está nominada a seis premios Oscar: Película, Director, Actriz, Guion Original, Fotografía y Edición, merecería otras tantas más; probablemente sólo se irá con de Mejor Actriz, quizás otro. Es una película absorbente, provocadora, retadora, intimidante, confrontativa y reveladora; todo en el buen (y a veces devastador) sentido de las palabras. Es también, divisiva.
El poder está al centro de "Tár". Poder entendido como energía generadora, poder entendido como una posición de poder. De ahí, el filme desprende y aborda otros tantos temas más que van del arte a la creatividad y el genio, pasando por el empoderamiento femenino, la masculinización, la competitividad, el ego, la autodestrucción, los medios masivos y hasta las redes sociales, desencadenando en la cultura de cancelación. Al dar clases y encontrarse con un alumno que se niega a abordar a un artista por lo que se sabe de su vida, su respuesta es: "Si el talento de Bach se puede reducir a su género, país de nacimiento, religión, sexualidad... entonces también se puede reducir el tuyo". Es el punto. Es la pregunta.
Cate Blanchett es Lydia Tár. Con siete nominaciones al Oscar y dos victorias, Blanchett está en un momento de su carrera en que no es exagerado decir que es la Meryl Streep o la Bette Davis de su generación. Todd Field ha declarado que escribió el filme pensando en ella y que, de no haber aceptado, no lo habría filmado. De hecho, hay una anécdota alrededor de ello pues en su primer acercamiento con el presentante de la actriz, la primera respuesta fue que ya estaba comprometida por los próximos tres años. El impacto en Field, quién manejaba, fue literal y metafórico, chocó su auto. La representante se sintió apenada y prometió mostrarle el guion a Cate. El resto es historia.
Blanchett es "Tár". Está en prácticamente cada escena, pero, más aún de esa presencia o de ocupar un espacio, está en cómo se adueña de él y en cómo expresa a través de él. Como la directora de orquesta que es, dirige a través de su interpretación el pulso del filme. Es cautivante. Uno podrá amar, admirar u odiar a Lydia, porque es posible todo, por separado o a la vez, pero no serle indiferente. Blanchett reaprendió a tocar el piano, a dirigir una orquesta y alemán; en escena habla, desde luego inglés, y también francés. La fuerza que es en escena la ha hecho la principal ganadora en la temporada de premios. Sus compañeros de reparto crecen al reto. Nina Hoss hace a Sharon, esposa de Lydya; Noémie Merlante a Francesa, su asistente; Sophie Kauer a Olga, una talentosa música por quién Lydia parece tener especial afecto; Mark Strong, Eliot, mánager del programa.
Tár significa alquitrán y también dañar una reputación. En "Tár" es ambas. El alquitrán es la oscuridad que la propia Lydia despide y que no puede evitar conviva con la luz que también está en ella. Es el alquitrán, es ella misma, la que daña su reputación. ¿Lo es? ¿Debe serlo? ¿Se puede o debe separar a la obra del artista?
"Tár" es una sinfonía dirigida al detalle y a la perfección. Es una obra maestra de capas y capas que construyen una melodía, un discurso, absorbente y devastador que se debe vivir. Si hay una de las nominadas al Óscar 2023 que sobrevivirá al tiempo, ésa es "Tár". Su contundencia tiene eco en la eternidad pues vive en la pregunta y no en la respuesta.
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EE. UU. 2022 - 2h 38m
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