¿Quién pensó que esto era una buena idea?
Keanu Reeves es Lucas Will, un traficante de diamantes, a quien su socio ruso ha dejado solo. Viaja a Siberia para encontrarlo y evitar la suerte que le espera en caso contrario.
Hay películas malas y esto. A pesar de que es el tipo de personaje que se beneficiaría del estoicismo de Reeves, la cinta nunca atina en empatizar con él, mucho menos en interesar en lo que le pasa. Parte del problema está en una dirección tan fría e inhóspita como su escenario donde todo parece estar muerto. Parte está en que no termina de ser un thriller, tampoco es de romance (sí, lo intenta... ¡Imagínense!) y mucho menos de acción, vaya cuando la hay, en los últimos minutos, pues eso, ya terminó. Una lástima de película y una pena para Reeves cuyos talentos afortunadamente han encontrado mejores vehículos en la saga de John Wick.
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