La gran fortaleza de esta película está precisamente en tomar uno de los elementos más emblemáticos de su personaje principal, Elton John, como un recurso narrativo: la fantasía musical. Ello le permite, a través de una sesión de terapia de grupo, visitar los momentos más importantes y tocarlos con tintes de realidad, bajo la licencia de que "es real" sin serlo del todo (por más contradictorio que parezca). Así, esta biopic no le rehuye a hablar de la homosexualidad y las adicciones del artista, ni de sus conflictos familiares y su propia búsqueda por reconciliar su pasado con su reinvención como Elton John (su nombre inicial es Reginald Kenneth Dwight). Taron Egerton es encantadoramente vulnerable como el músico y un elemento clave para conseguir que el filme se sienta fresco frente a la ola de cintas del género que frecuentemente caen en lugares comunes y le rehuyen a los momentos escabrosos de sus personajes. Como Elton John, "Rocketman" es un espectáculo excéntrico y grandilocuente que esconde una profunda sensibilidad y la eterna luz de un artista. 🎹🎹🎹🎹🎹
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