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"Nuevo orden" de Michel Franco

Una raya verde sobre el cuerpo de una mujer desnuda recibe con fuerza el chorro del agua. Eso es lo primero que se ve. Luego, otras tantas imágenes que pasan más o menos rápido, entre ellas, un camino de cuerpos que llevan o dan pie, dan corte directo, a la boda. "Nuevo orden" es metafórica desde su inicio. Siempre hay caos en ella, sólo que es de un tipo distinto.

"Nuevo orden" hizo muchos titulares por su éxito en el Festival de Venecia donde obtuvo un par de reconocimientos para su realizador, quizás uno de los que tiene mejor récord en dichos certámenes, en especial el de Cannes donde ganó el premio Un cierta mirada por su filme más famoso, "Después de Lucía". En esta ocasión su protagonista (Naian González Norvind), curiosamente es interpretada por la hermana de aquella (Tessa Ia).

Marian está en el día de su boda. Es la ceremonia civil. Los invitados llegan y es claro que se trata de una familia muy acomodada. Hay seguridad por todas partes y más de un invitado llega con escoltas. Aún así, es una boda intimista, si se permite el término; sucede en casa de sus padres. Y es una boda donde pasa más que el enlace, donde hay transacciones, donde hay intereses, donde hay miradas, donde el verde del jardín hace juego con el verde que sale de la llave, donde algo se ha echado a perder. Afuera hay protestas que pronto irrumpen también y que le dan un giro inesperado a la celebración. El país está siendo tomado y un "nuevo orden" se está creando.

En su comienzo, la fiesta parece un microcosmos en aparente control. Después, después, es dura, directa, shockeante, incómoda, dolorosa. Cuando el "nuevo orden" llega es un golpe al hígado, un impacto de esos que no se terminan de procesar. En ese sentido, Michel Franco está siendo fiel a su estilo. Desde "Daniel y Ana" es confrontativo, sólo que antes manejaba una cámara estática y miraba o se concentraba en un personaje, en un entorno más privado. En esta ocasión, el país es la casa.

"Nuevo orden" tiene una agenda clara. Es un filme oportuno, se estrena en un momento de crisis social, donde el discurso de devolverle el país al pueblo se ha convertido en una bandera. Todavía lo es más si se considera que la propia cuarentena ha establecido un nuevo orden, que al igual que el de la ficción ha traído crisis y restricciones consigo. En ese sentido y en su punto final es contundente, como en su momento lo fuera la bandera ensangrentada en "El infierno", pero "Nuevo orden" no es perfecta, pierde foco en aras de mostrar, pierde fuerza cuando no sabe qué más decir.

Si la pregunta es si vale la pena ver "Nuevo orden", quizás la mejor respuesta sea que no y eso no significa que sea un mal filme, no lo es; tampoco es uno perfecto. La cuestión está en qué tanto se quiere ver y tener eso con uno. Hace tiempo leía sobre otro filme, "Shame", si me piden ser preciso, a un crítico decir que es una gran película (y coincido), pero que no la volvería a ver. Ése es el caso de "Nuevo orden" para mi: es el desorden detrás del orden o el orden dentro del desorden donde nadie gana, donde nadie ve más allá de su propio entorno (como la propia publicidad de la película) y donde tener esta experiencia tampoco hará que alguien gane, metafóricamente hablando.

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