Con un poster misterioso y una sinopsis que simplifica su historia, la Ć³pera prima de Gaspar Antillo estĆ” destinada a dividir opiniones. Hace lo que el buen cine debe hacer, dejar que las imĆ”genes hablen, construirse en el silencio, en la escasez de diĆ”logo; en ese sentido recuerda a "Roma" y a la reciente "Ya no estoy aquĆ", curiosamente con esta Ćŗltima tambiĆ©n comparte la intenciĆ³n de ausencia en presencia.
Memo se pasea en una casa. La disfruta. Recuerda. Fue un niƱo cantante. Ahora vive prĆ”cticamente en silencio. La casa, sus lujos y posibilidades, son un permiso que se da, un acto de rebeldĆa. Vive al otro lado del rĆo, en una pequeƱa isla en Lllanquihue, Chile. Su aislamiento y anonimato se ven interrumpidos cuando en un momento de vulnerabilidad, de deseo de conectar, canta.
La belleza y el poder de "Nadie sabe que estoy aquĆ" estĆ” precisamente en lo que calla para expresar. Jorge GarcĆa, su protagonista, expresa con gran efectividad el dolor y la vulnerabilidad de Memo. El filme evita centrarse en la crĆtica sobre la industria musical, sobre su necesidad de generar productos comerciales y perpetrar imĆ”genes perfectas. Hace seƱalamientos, pero mĆ”s allĆ” de ello se sumerge en la metĆ”fora de su tĆtulo, que deja atrĆ”s el plano fĆsico para adentrarse en lo que estĆ” detrĆ”s, en lo que no se dice y que curiosamente en esas pocas notas que Memo canta expresan tanto. "Nadie sabe que estoy aquĆ" es una pieza que quizĆ”s cueste un poco de trabajo al principio, que requiere compromiso, pero que recompensa, que deja mucho ahĆ donde no hay nada y lo hay todo.
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