El título es pésimo. Sí, lo es.
Leer "Mi profesor el pulpo" entre el menú de títulos de Netflix hizo que postergara y postergara ver un documental del que ya había escuchado mucho, pero que en su portada no hacía más que remitirme a uno de esos cuentos obvios de mi infancia que son todo menos interesantes o divertidos. Y bueno, como bien dicen, "nunca juzgues a un libro por su portada" y pues sí, pero las primeras impresiones también cuentan.
Total, me animé. "Mi profesor el pulpo" sigue a Craig Foster, un documentalista y fundador del Sea Change Project, quién en 2010, tras un periodo profesional y personal complejo, decide reconectar. Lo hace en False Bay en el sur de África donde descubre un bosque marino y conoce a un pulpo con el que comienza una relación. Sí, no estoy loco, la evidencia lo demuestra y el contacto se da por un año, llevándolo a ver de manera diferente al mundo y, más aún, su propia relación y lugar en él.
El documental, ganador al Oscar, tiene una fotografía hermosa, Foster es una figura agradable y la narrativa consigue transmitir la curiosidad y el entusiasmo de Foster, haciendo que con cada minuto, días para él, uno quiera ver qué será lo nuevo, cómo se desarrollará esa relación. Quizás su fallo está en que por momentos hay más voz en off de la necesaria (en serio, no necesitamos que nos cuenten lo que vemos), pero tampoco es algo que estorbe en demasía.
"Mi profesor el pulpo" que sigue pareciéndome un título terrible y poco creativo, pero es lo que hay, es una mirada fresca, emotiva y muy significativa sobre la manera en cómo nos relacionamos y pertenecemos a este mundo. Hay una enseñanza clara que deja, en palabras del propio Foster, "somos parte de este lugar, no un visitante. Es una gran diferencia". Y lo es.
🎬🎬🎬🎬 EE. UU. 2020 - 1h 25m

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