Con gran sentido del humor, pero, sobre todo, con mucho corazón, se cuenta la historia de los "auto huérfanos" hermanos Willoughbys.
Tim, Jane y los gemelos Barnaby (sí ambos se llaman Barnaby) son los miembros más jóvenes de la renombrada e histórica familia Willoughby. Sus padres, son una romántica y apasionada pareja que se la pasa haciéndose cumplidos, coqueteando entre ellos, tejiendo y, bueno, ya saben qué más... por algo tienen ya cuatro hijos. La cuestión está en que les gusta hacerlos, no cuidarlos. Relegados, los hermanos deciden ponerle fin a sus privaciones enviando a sus padres a un viaje por los lugares más peligros del mundo con la esperanza de que no regresen. Mientras eso sucede tendrán que lidiar con Ruth, la bebé que llegó a su casa y de la cuál también se deshicieron más pronto que tarde, y la nana que sus papás contrataron para cuidarlos en su ausencia (alguien debía cuidar la casa, más que a los niños), sin saber que con ello encontrarán el verdadero sentido de lo que es una familia.
Hay elementos en "Los hermanos Willoghby" que recuerdan a la serie de desafortunados eventos de Lemony Snicket y/o a la música melancólica de Mark Mothersbaugh en "The Royal Tenenbaums", pero ese aire no le estorba ni mucho menos. La película, basada en el libro de Lois Lowry, tiene mucho encanto y personalidad propia desde que el gato comienza a narrar. Es fresca, ágil, llena de humor negro, personajes entrañables y situaciones inesperadas que resultan en un cuento contemporáneo que querrá verse una y otra vez.
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