Con una inesperada boda que no es más que la constatación de la celebración del amor, la diversidad, lo pintoresco y la familia cierra la serie que reinventó la telenovela o al menos le dio el toque millenial que tanta falta le hacía.
La temporada retoma poco después para presentar a Paulina en la cárcel, Elena en coma... y embarazada, y Diego y Julián en una nueva (y paternal) crisis. Mientras el presente se desarrolla, se cuenta cómo Virginia resultó casada con Ernesto, su mejor amigo, terminó distanciada de Carmela y sucedió uno que otro enredo... que ahora es otro secreto.
"La casa de las flores" entiende muy bien qué es, qué la distingue, lo festeja y disfruta. De regreso están los números musicales, las frases memorables (de una "No se pierde la virginidad, se gana la sexualidad" hasta un "De niño te enseñan a idealizar a los padres... pero hay algunos que ni siquiera eso se merecen", sin mencionar nuevas situaciones para "No estoy loca, sólo estoy desesperada" y "Acompáñenme a escuchas esta triste historia"), los secretos y varios e inesperados giros de tuerca. Las adiciones al cast (Rebeca Jones, Christian Chávez, Ximena Sariñana, Luisa Huertas y varios más) son un gran plus, en especial Isela Vega, una muy controladora y despectiva Victoria, la abuela. Por si fuera poco, aparecen por ahí Pedro Sola, Latin Lover, Paz Vega, Regina Orozco, El Diablito y hasta Miguel Bosé.
Este desenlace se teje, paradójicamente, con el anuncio de dos nuevos miembros (Paulina y Patricio) y contando "nuevos inicios". Reconoce y reconcilia el pasado con el presente y acepta, como dice Roberta, que "guardar secretos es una especialidad de la familia y posiblemente el lazo que los mantiene unidos".
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