Guillermo del Toro prueba caminos distintos.
"El callejón de las almas perdidas", nominada al Oscar como Mejor Película, es un trabajo que se siente como de Del Toro, pero que también lo muestra en una madurez que busca otro escalón y de la cual ya vimos frutos en "La forma del agua". Aquí adapta la novela de William Lindsay Greshan que ya cuenta con una versión de 1947.
"Stan" Stanton Carlisle es el protagonista. Huye de una muerte que sepultó con el fuego y se refugia en una caravana donde conoce a Zenna (Toni Colette), la vidente, y su esposo, Pete (David Strathairn), quiénes le enseñan las artes del engaño. Con esa nueva herramienta, Stan deja la caravana en compañía de Molly (Rooney Mara), la responsable de un eléctrico espectáculo, y juntos comienzan una exitosa mancuerna dando shows de adivinación que se ven en riesgo cuando aparece la Dra. Lilith Ritter (Cate Blanchett) y con ella la oportunidad de llegar a personajes importantes y brindarles consuelo con sus "habilidades".
"El callejón de las almas perdidas" es una buena, pero dura y no tan fácil película. Con dos horas y media de duración, tarda mucho en un primer actor que fácilmente podría abreviarse y que, seguramente, no lo hace para darle un poco más de espacio a parte del elenco de estrellas que de otra manera tendría aún menos espacio. Y es que además de Colette y Strathairn, en la caravana están también Willem Dafoe como Clem, el dueño, y Ron Perlman, amigo y actor fetiche de Del Toro, como Bruno, el "hombre fuerte", y el responsable de darle a conocer la novela. De esa parte, más allá de la habilidad que obtiene, lo único otro esencial es que descubre qué hay detrás del "hombre bestia".
El centro de "El callejón de las almas perdidas" está en lo que le sucede a Stan en la gran ciudad y en su descenso. Esa parte funciona como un film noir con toques de thriller y le da grandes momentos de lucimiento tanto a Cooper como a Blanchett, ella incluso siendo nominada al premio del Sindicato de Actores. La Dra. Ritter es una provocadora en todo el buen y mal sentido de la palabra, una suerte de femme fatale y de horma de sus zapatos. Ahí también lucen Mary Steenburgen como Felicia Kimbal, una madre aún en duelo, y Richard Jenkins como Ezra Grindle, un excéptico, poderoso y adinerado hombre en busca de consuelo.
"El callejón de las almas perdidas" es muy bella de ver, en una estética oscura y que explica las otras tres nominaciones del filme a los premios de la Academia en Cinematografía, Vestuario y Diseño de Producción. Como historia, superado el primer acto que, mientras escribo esto me percato de que es casi como un corto en otro género, toma muy buen ritmo y ha hecho que su encuento atrape.
A Stan, Pete le dice, "cuando un hombre se cree sus propias mentiras, empieza a creer que tiene poderes, ha quedado ciego". Y es que "El callejón de las almas perdidas" habla de los recobecos del alma humana, de la fealdad humana, de una forma atractiva. Hace lo que hace Stan con su público, deja con ganas de más y más.
Es un filme de gran sabidurí que habla sobre el espectáculo, las historias (el cine incluido), la percepción, la fe, la necesidad de atención, sentido e identificación (""La gente está desesperada por decirte quiénes son. Desesperada por ser vista", dice Pete en algún momento), sobre la necesidad de ver o no, sobre lo que se hace para sobrevivir ("Tú no engañas a la gente, Stan. Ellos se engañan a sí mismos", también de Lillith). Y es que "El callejón de las almas perdidas" nos muestra que al final, siempre es la "misma estafa (pero con) diferentes hilos" y que en esa estafa y en esos hilos, el camino de Stan lo lleva a un desenlace tan irónico como trágico y dónde ahora él, a sabiendas "del truco", y ya sin otras posibilidad, se pone la zoga al cuello.
Este es un filme del director de los monstruos, pero sin ellos o con otro tipo de ellos. Un callejón que le encuentra, para bien o mejor dicho, para mal, camino a las almas.
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"Nightmare Alley"
EE. UU. 2021 - 2h 30m
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