La primera impresión que se tiene cuando se habla de condenados a muerte es de crimen y castigo, pero no de misericordia o justicia. Esta cinta visibiliza las disparidades del sistema de justicia norteamericano. Lo hace por medio de un caso real, centrándose en Bryan Stevenson, un joven abogado recién egresado que decide defender a aquellos condenados, quienes en su mayoría son de color. Y ahí está la cuestión, en cómo, una condición automáticamente pone en desventaja o culpabiliza. La cinta consigue su propósito, quizás por momentos a un ritmo lento, aunque quizás sea el espacio destinado para reflexionar.
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