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"Babylon" de Demian Chazelle

"Tienes que mapear esos sueños en celuloide e imprimirlos en la historia," Jack Conrad

Es grande en todos los sentidos, grande muy grande... quizás demasiado grande en duración, pero sin duda grande como la propia pantalla.

"Babylon" es un proyecto de pasión. Damien Chazelle quería hacerla antes que "La La Land" (2016), su proyecto más exitoso. Vaya, "La La Land" resultó de la sugerencia que recibió para abordar y hacer más accesible su idea original y que ahora cobra vida, con un presupuesto de 80 millones de dólares, una duración de poco más de 3 horas y un título que remite a Babilonia, capital de un imperio que se ha convertido en símbolo de idolatría, de entrega al lujo y exceso.

El personaje central es Manny Torres (Diego Calva), un mexicano que en el Los Ángeles de 1926 busca una oportunidad en Hollywood. Para conseguirlo se ha colocado como asistente de un ejecutivo de un estudio. El prólogo justamente lo muestra resolviendo alrededor de una fiesta donde se introducen el resto de los personajes clave: Nellie LaRoy (Margot Robbie), una aspirante a actriz (estrella diría ella) que probará las mieles del éxito y luego, con la llegada del cine sonoro se verá en aprietos; Jack Conrad (Brad Pitt), una estrella en pleno que perderá vigencia; Lady Fay Zhu (Li Jun Li), una cantante de cabaret que lucha por mantenerse vigente en el cine en papeles de reparto y mientras sale al paso haciendo los carteles; Sidney Palmer (Jovan Adepo), un trompetista de jazz que salta a la fama y Elinor St. John (Jean Smart), una periodista sensacionalista, amiga y enemiga de los actores a la vez.

Chazelle ha dicho que "Babylon" es su carta de amor al cine y de odio a Hollywood y se muestra. "Babylon" aborda la transición del cine mudo al sonoro, un periodo ya antes retratado por el cine. "Cantando bajo la lluvia" que aparece a cuadro y de la cual se hacen varias referencias, incluso recreaciones, toca el tema, pero lo hace bajo un musical; es una comedia y se divierte de las dificultades que los actores y la propia industria enfrentaron en la transición (del cambio de actuación a algo menos teatral, los problemas con el audio o el impacto que tenía el conocer la voz real de los actores, muchas que no correspondían con la imagen que tenían y otras que no pudieron transitar a un medio que pedía, en ese momento, también saber cantar y bailar). "Babylon" también se ríe de ello, pero desde otro ángulo. "Babylon" ríe con un cierto dejo de amargura, de quién ve lo gracioso, pero también lo trágico.

Ese es el tono que priva en "Babylon". La película no tiene empacho en mostrar qué es Hollywood. Vaya, empieza con una fiesta que es en realidad una orgía y donde en medio de la música y a todas luces hay nudismo, drogas, sexo y mucha excentricidad (en privado, los excesos todavía llegan a más y muestran los intercambios que tanto se hablan); el momento sorpresa, por ejemplo, será la aparición de un elefante, con cuyo traslado al lugar del evento justo empieza y al que se ve, literalmente, soltar su escremento a quién lo empuja (Chazelle ya está simbolizando sobre el peso, lo enorme y lo que Hollywood hace con quién se meta con él). El resto de la película será entrelazar la historia de Manny con las de Nellie y Jack; las otras servirán para profundizar y diversificar los aspectos que Chazelle quiere mostrar sobre la industria como la falta de inclusión con Lady Fay Zhu, los sacrificios en aras de consguir la imagen que se desea y que incluyen a Palmer untándose carbon para verse "suficientemente negro" junto a los demás miembros de la orquesta, o las cenas y eventos para quedar bien y hacer relaciones públicas y en los que Nellie es incapaz de conseguirlo.

Diego Calva es un descubrimiento como Manny. El mexicano que aprendió inglés para el filme tiene una cierta inocencia que luego evoluciona a don de mando y finalmente a desencanto. Margot Robbie roba pantalla cada que aperece y tiene en sus manos varios de los momentos más llamativos (de su baile en la orgía, a su baile a cuadro en su primer rol y luego a su desesperación por saber que está terminada). Es grande el diálogo que pronuncia al inicio y en el que sentencia: "Cariño, no te conviertes en una estrella. Eres una o no lo eres. Yo lo soy". Y es que hay verdad en ello, hay quienes tienen esa magia al momento de aparecer a cuadro. También hay verdad en el impacto que tiene en ella Hollywood y del que fue más fácil no hablar en "Rubia".

Brad Pitt está de nuevo mostrando la madurez que ha adquirido. Es un rol irónico, si se le piensa; él ya está en un momento en que ha pasado por su etapa de estrella, pero a diferencia de Jack no ha caído en el olvido gracias a que se ha convertido en productor y ha transitado a roles más maduros y en cintas de prestigio como "Había una vez en Hollywood" o la propia "Babylon", que, si se piensa aún más, es un fracaso de taquilla. A Jack le pasa similar. Además de ellos y los ya mencionados, la película incluye a Lukas Haas como George Munn, productor y amigo de Jack; Max Minghella como Irving Thalberg, un ejecutivo que en realidad existió y responsable de éxitos como "Gran Hotel" (varios personajes, de hecho, están basados en figuras reales), Samara Weaving como Constance Moore, una actriz que rivaliza con Nellie (muy a la usanza de muchas otras actrices de la época), Spike Jonze es Otto Von Stassberger, un director alemán; Olivia Wilde, Ina Conrad, primera exesposa de Jack; Katherine Waterson es Estelle, la tercera esposa de Jack, actriz de teatro que mal Mira al cine y lo considera un arte menor. Entre ellos, Tobey Maguire roba cámara en una secuencia donde hace a James McKay, un líder de la mafia con "ideas" para un par de películas.

"Babylon" es grande y lo tiene que ser. Es justo la intención de Chazelle mostrar lo abrumador y absorbente que es la industria del cine, como "te come, te devora" y luego "te escupe". Bajo su mirada, no hay manera de sobrevivir (Pitt podría mostrarle lo contrario); la única que lo hace y es comparada con una cucaracha es Elinor y, claro, ella está en la industria, pero no a cuadro; no es una estrella. Chazelle es crítico y no teme mostrar, pero también sabe, como dice la cita al inicio de esta reseña, que el celuloide tiene esa capacidad de capturar el momento y darle vida por siempre y que en hacerlo "captura los sueños". "Babylon" podría ser más grande, más contundente, si durara un poco menos y podría hacerlo, tanto la orgía inicial como el tercer acto (el escape, principalmente) tienen varios momentos que alargan sin necesariamente agregar valor real al abanico que se quiere dar o bien profundizando en personajes o situaciones.

En la balanza hay muchos de esos momentos que capturan el trabajo que hay detrás de cada escena (se ve a Nellie repetir, por ejemplo, una y otra vez porque hay problemas de sonido), la magia que sucede cuando todo está en su lugar (el debut de Nellie a cuadro o la escena de Jack en un atardecer), el ingenio para resolver una situación que parece insalvable, el trabajo incansable de técnicos y demás (en aquél entonces la cámara estaba en una caja de madera donde el operador vivía en sauna). Uno de los momentos finales precisamente entrelaza esos instantes inolvidables como lo hiciera "Cinema Paradiso". Con Manny reviviendo su propia película, con Manny reconciliándose con el cine porque al final, lo que mantiene al cine con vida está de nuevo en palabras de Jack Conrad, "tenemos que innovar. Tenemos que inspirar. Lo que pasa en la pantalla significa algo". Y "Babylon" significa mucho en su agridulce retrato de un arte que es industria, técnica y entretenimiento, que es sueño y pesadilla, que fascina y atrapa como ninguno otro y que no puede escapar a su propia y paradójica naturaleza.

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EE. UU. 2022 - 3h 9m


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