11 de septiembre, 2001. Cuatro aviones fueron secuestrados. Tres de ellos alcanzaron su objetivo. Esta es la historia del cuarto.
En tiempo real, en “presente” y con detalle, Paul Greengrass recrea en la medida de lo posible aquello que vivieron los pasajeros del Vuelo 93, el vuelo que intentaron recuperar sus tripulantes y que si bien no llegó a su destino tampoco les permitió salir de la aventura con vida. Para ello, Greengrass y su equipo entrevistaron a familiares de los 40 pasajeros, quienes les brindaron información sobre la ropa que llevaban, lo que pudieron estar haciendo, leyendo o comiendo durante la travesía. Los actores que los interpretan son desconocidos y la tripulación del avión en su totalidad es interpretada por pilotos y aeromozas reales.
Como experiencia cinematográfica, “Vuelo 93” es distinta. Inicia con uno de los secuestradores leyendo el Corán. Otros más rezan. Después los pasajeros abordan y el espectador es uno más de ellos. Va descubriendo los hechos paulatinamente. La única referencia que tiene es en los cortes que se dan a la cabina de control. La cámara es manejada a mano en gran medida, la imagen no es de todo perfecta, ni la edición es frenética. La historia se desenvuelve con base en los hechos no en recursos externos. No hay personajes centrales como tal, ni héroes o villanos. Tampoco existen antecedentes, únicamente personajes viviendo el momento.
El 11 de septiembre de 2001 es el momento histórico de mayor trascendencia e impacto de inicios de siglo. Greengrass decide abordarlo de forma meticulosa con tono de documental y alejándose de convencionalismos y salidas fáciles. Es seguro que “Vuelo 93” no es del todo objetiva. Es imposible serlo. Pero el recuento de hechos que hace y la forma en que los presenta es sumamente poderosa. Greengrass evita tomar una postura política, no saca conclusiones, no señala a nadie ni enfatiza dramas o historias personales. Simplemente observa.
La revista Empire consideró a “Vuelo 93” la mejor película del año. La Academia la incluyó entre sus nominadas a Mejor Director y Mejor Edición. Pero más allá de los premios y reconocimientos, “Vuelo 93” es un documento valioso por su propuesta, en su forma y en su fondo. Es el retrato de gente ordinaria envuelta en una situación ilógica, extraordinaria, inesperada y desesperada. Es una forma de honrarlos. Es una obra de arte como pocas. Poderosa. Difícil de enfrentar. Imposible de quedar indiferente. Miedo, tristeza, llanto, ansiedad, rabia e incredulidad es parte de lo que puede generar.
“Vuelo 93” es un filme que debe vivirse. Un vuelo que debe tomarse. Y cuando llegue a su destino será un viaje que bien haya valido la pena. Un viaje de emociones y difícil... difícil de olvidar.
United 93
Francia/Inglaterra/EE.UU. 2006
Director: Paul Greengrass.
Reparto: Polly Adams, Trish Gates, Christian Clemenson.
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