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La vida en rosa

Edith Piaff es la cantante francesa más famosa y querida de todos los tiempos. “La vida en rosa” retrata la nada rosa vida de la intensa, apasionada y trágica intérprete.



El director y guionista francés Oliven Dahan arma una biopic poco convencional. El guion no obedece a una estructura lineal y brinca en el tiempo para mostrar distintos momentos en la vida de Piaff (Marion Cotillard). Nacida en pobres condiciones, hija de una cantante callejera y de un contorsionista de circo, criada en un burdel y más tarde en un circo, Edith siempre tuvo una precaria salud que incluso la llevó a sufrir, durante su infancia, temporalmente de ceguera. En su juventud, forzada por su padre a presentarse ante una audiencia, sólo atinó a abrir su boca y permitir que un raudal melódico saliera de su boca para dar forma a “La marsellesa”. El resto es historia e incluye grandes presentaciones, grandes éxitos, grandes excesos, grandes amores, grandes tragedias y grandes males. A los 47 años Edith Piaff murió a causa de artritis degenerativa. Parecía tener 80.


“La vida en rosa” falla en el terreno narrativo. Aunque es claro que el relato tiene como hilo conductor la desintegración de la intérprete, algunos momentos melodramáticos caen en lo fortuito con tal de demostrar su desgastado estado. Aún así, la dirección es, en su mayoría, elegante y contiene algunas escenas sumamente poderosas y efectivas como el debut mundial de Piaff y el momento en que la cantante descubre que su querido Cerdan ha muerto en un accidente aéreo. La dirección de arte y fotografía destacan cada momento y transportan por completo a los más dispares escenarios de la capital de la luz. Pero el elemento que sublima a la cinta es su protagonista.


Marion Cotillard es Edith Piaff. El ‘es’ es una afirmación en todos los sentidos. Dahan escribió el guion, junto con Isabelle Sobelman, teniendo a su coterránea en mente para el protagónico. La elección no tiene equívoco. El trabajo de Cotillard va más allá de la actuación, la actriz parece estar poseída por Piaff. El maquillaje no hace más que redondear su labor. Cotillard encarna corporal y emocionalmente a la intérprete de una manera tan auténtica y descarnada, recorriendo un lapso de tiempo de más de 20 años y un deterioro físico de muchos más; resulta increíble creer que la mujer que recogió el Oscar como Mejor Actriz es la misma que aparece en pantalla. El contraste es brutal como la interpretación de Cotillar.


La Academia reconoció al filme también por Mejor Maquillaje y la nominó por Mejor Vestuario. Su equivalente francés, el César, la consideró en once categorías y la distinguió en cinco, entre ellas la de Mejor Actriz, Mejor Fotografía y Mejor Vestuario.


Con una reducida estatura, un cuerpo diminuto, una salud endeble y una breve vida, Edith Piaff instauró su voz como ‘el alma de París’. Entre sus canciones una de las más queridas es la conmovedora y mordaz, “Non je ne regrette rien” (“No, no me arrepiento de nada”), que bien parece ser la última declaración de una intérprete que con cada nota se transportaba junto con su audiencia a una ‘vida rosa’ y para quien su última nota no conoce el silencio.

La môme

Francia/Inglaterra/República Checa 2007

Director: Oliven Dahan.

Reparto: Marion Cotillard, Gérard Depardieu, Sylvie Testud, Pascal Greggory, Emmanuelle Seignier.

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