"Lo que ha sido utilizado en un lado, se pierde en el otro. No hay vuelta atrás," La Substancia
La belleza cuesta.
"La substancia" es ya una de las películas de 2024. Estrenó en el Festival de Cannes donde ganó a Mejor Guión. Trajo de vuelta a Demi Moore, quién igual que la película y su coestrella, Margaret Qually, han sido nominadas o reconocidas en otros festivales y ha superado las expectativas en todos los frentes. En la taquilla, por ejemplo, debutó mejor de lo esperado, sólo perdió un 39% en su segunda semana (el promedio es un 60% y para títulos de terror, como es su caso, puede llegar al 70%). Al momento lleva más de 40 millones de dólares habiendo costado 17. "La susbtancia" tiene "piernas" y esas piernas podrían hacerla, contra todo pronóstico, llegar incluso al Oscar.
Elizabeth Sparkle (Demi Moore) es una estrella, tanto que tiene una en el Paseo de la Fama en Hollywood. Es la figura central en un show de aerobics. En su cumpleaños número 50 le es informado que se acaba, será reemplazada. El motivo, su edad. Buscando una alternativa para mantenerse vigente y joven, Elizabeth recurre a "La substancia", un suero ofertado en el mercado negro que ofrece generar una "versión más joven, más hermosa, más perfecta" de quién lo uso. Al hacerlo, literalmente "da a luz" a otra versión suya, Sue (Margaret Qualley). Sue rápidamente se hace del programa. Las instrucciones de "La substancia", sin embargo, son claras y deben ser seguidas con precisión. Cada 7 días se debe cambiar quién sale al mundo. Es decir, Elizabeth y Sue deben alternar entre ellas, en un vaivén de conciencia y en un enfrentamiento ante un mundo que reacciona de manera diferente ante cada versión.
La visión de Coralie Fargeat es esencial para esta película que ha cautivado a la audiencia, primero, por su premisa, luego por sus figuras y después, por el efecto que deja. A nadie le es indifente "La substancia". Un aspecto del que se ha hablado mucho es el desenlace. Sin hacer spoiler o, al menos, no de manera significativa. Termina mostrando las consecuencias de no haber seguido las instrucciones al pie de la letra. Esas consecuencias están en una fiesta de fin de año donde el exceso está por doquier y que va de lo grotesco a lo escatológico; salpicando a los asistentes como en un reclamo a las propias exigencias. Sí, es cierto, esos minutos podrían no estar en la película, pero, con todo, no impactan ni demeritan el resto del filme. Ese desenlace es ya el festival del exceso y en ello la hipérbole perfecta para acentuar aquello a lo que se puede llegar en aras de conservar la juventud.
Los méritos de "La sustancia" justo están en cómo utiliza el lenguaje audiovisual para expresar una de las necesidades humanas más básicas: la vida. Sí, la vida, porque la juventud es justo eso, una necesidad de alargar la vida. La muerte es su pérdida. Entonces, el valor de quién se es está en qué tan joven se es, en cómo se ve uno, hay que decirlo, Elizabeth se ve muy bien, pero ya no es suficiente. La elección de Demi Moore es perfecta para ello. Moore no tiene ya 50, tiene 61. Su carrera en Hollywood está ya en su cuarta década. Su mejor momento fue en los 90's, con películas como "Propuesta indecorosa", "Ghost, la sombra del amor", "Acoso sexual" y "Cuestión de honor". Por "Striptease" se convirtió en la actriz mejor pagada, estableciendo un record de 12.5 millones. En 1997 buscó deshacerse de la imagen sexy y centrada en su apariencia en "G. I. Jane", sacrificando su cabellera en cámara e interpretando a una soldado que busca igualdad de género y reconocimiento por quén es, no por cómo se ve. Aunque siguió activa, su impacto comercial decreció, sólo en 2003 acaparó de nuevo las miradas, cuando, a sus 40, apareció con una imagen rejuvenecida para hacer a la antagonista de "Los ángeles de Charlie: Al límite".
Demi Moore ha vivido en carne propia el, primero, ser considerada por su atractivo físico, y, segundo, ser desplazada por no ser tan joven. Con todo, Moore se ve espectacular en pantalla y la cinta no es tímida al mostrarlo, aparece al desnudo en varios momentos. El hecho sucede justo para resaltarlo. Elizabeth tiene 50 años y se ve muy bien, pero no es suficiente. La historia sucede en Hollywood porque es el escenario más adecuado para enfatizarlo, pero en realidad no es tan distinto, quizás sólo un poco menos notorio, en otros ambientes y sí, definitivamente pasa mucho más con las mujeres, a quiénes se les atribuye mucho más valor por cómo se ven y eso, sin duda, incluye, qué tan jóvenes son o aparentan ser.
El mecanismo que utiliza "La substancia" es el terror corporal. El subgénero se caracteriza porque es a través de la modificación del cuerpo que se genera ese horror, a través de qué lo motiva interiormente. Antes de profundizar en ello, hay que enfatizar dos influencias por demás interesantes que operan en el uso de "la substancia". Por un lado, está "El retrato de Dorian Gray". En la novela de Oscar Wilde, Dorian Gray hace un pacto que le permitirá permanecer joven y guapo, a cambio, una pintura irá envejeciendo y en ello irá mostando su verdadera naturaleza. A Elizabeth le pasará, por fuera, en pequeñas pérdidas cada vez que no respete los tiempos; por dentro, está el impacto más grande, en esa descomposición desesperada. La película tiene una pintura de Elizabeth, más joven, en la sala de su departamento, por cierto.
Por otro, está el recurso del doppelgänger, un doble de un personaje que persigue al otro. Una manera de verlo en un clásico es justo en "El extraño caso del Dr. Jekyl y Mr. Hyde" de Robert Louis Stevenson y donde el Dr. Jeckyll, buscando separar la maldad que percibe en su ser, prepara un suero que hace que se transforme en Mr. Hyde, la expresión de su ser más oscuro, un monstruo. Elizabeth y Sue son Jekyll y Hyde, sólo que ambas se ven muy bien y es difícil distinguir, a veces, quién es "el monstruo".
El trasfondo de "La substancia" es la base. Luego está un uso de lenguaje audiovisual que enfatiza a través de close ups desde los rostros y las sonrisas hasta otras partes de cuerpo. Esa mirada cerrada de la cámara es la misma de un mundo que "se come" con la vista a las mujeres. Esa mirada cerrada de la cámara es también la de una persona que ve ese "gordito" o "arruga" donde no lo hay o nadie más lo nota. Es la lupa social o personal. Alrededor de ello está una creación de escenarios y un diseño de producción que se suma a lo simbólico y que hace guiños, homenajes y referencia a clásicos aprovechando, bajo otra mirada, el efecto que tienen. "La substancia" no copia, se apropia y resignifica.
Están los espejos como en "El cisne negro" para enfatizar esa otra versión de Elizabeth, Sue, y el interior. Está un corredor largo y angosto, el del estudio, que es como el de "El resplandor" y que justo es ese camino o esa pasarela que acentúa de dónde proviene todo, de la perspectiva. Todo está en cómo o de dónde se ve. Hay una mosca en una escena en un restaurante donde Elizabeth cena con Harvey (Dennis Quaid), el productor. Es un guiño a "La mosca", clásico del terror corporal. Por cierto, el que el productor se llame Harvey tampoco es casual, es una referencia a Harvey Weinstein, productor de gran influencia a finales del siglo pasados y principios del actual, responsable de muchos éxitos, premios y figuras; también responsable del surgimiento del moviemito #MeToo. Harvey acosó y abusó de muchas actrices en aras de "apoyar" sus carrera. El trato de Harvey estaba, desde luego, en cómo se veían. Hay más y llenan de riqueza el filme.
"La substancia" es tan provocadora como absorvente, es, incluso, se podría decir, como pasa con la propia substancia adictiva. Se quiere saber qué pasará con Elizabeth. Es innevitable dejarse seducir por el encanto y atractivo de Margaret Qualley. Qualley tiene poco más de una década en el medio. Es hija de los modelos Andie MacDowell y Paul Qualley. Sabe del valor de la belleza en la industria. Su carrera le ha permitido estar en proyectos de impacto como "Había una vez en Hollywood" y "Pobres creaturas". "La substancia" la pone en el mapa. Qualley tiene la capacidad de ser encantadora e inocente, pero con una pizca de malicia. Es, al final, una mujer madura en un cuerpo más joven y sabe sacarle provecho. Qualley consigue eso a sus 30 años. Los números aquí se vuelven algo interesante porque, contrario a lo esperado, hay dos mujeres con una edad mayor a la de sus personajes. Es la paradoja pues sí parecen tenerlos. Es la prueba quizás de que la apariencia no necesariamente está ligada a la edad. Quizás justo de la demanda de Hollywood. En una curiosidad, no importa lo bien que se pueda ver Qualley o lo joven que sea, para conseguir el "look", el departamento de prostéticos le construyó un busto que diera justo la imagen que se buscaba.
El que el filme se llame "La substancia" es una referencia a "la esencia" del ser humano, a quién se es. En el uso de la substancia está el resaltar la esencia y qué pasa con ella en aras de la belleza. Es un filme de varias lecturas y capas. Hay, desde luego, una poderosa mirada de Fargeat sobre la perspectiva femenida de los cuerpos de las mujeres, la belleza y la juventud. Hay también una mirada a la adicción y la obsesión. Nótese, no se trata de vanidad.
Un trabajo como "La substancia" regularmente no tiene tantas "piernas", no llega tan lejos. No lo hace porque usa como vehículo un género incómodo, porque el propio final va "muy lejos". Con todo, "La substancia" parece capaz de romper la barrera y ojalá lo haga. Es un filme relevante, provocador e incómodo en todos los buenos sentidos de las palabras.
"La substancia" recuerda que la belleza cuesta, no sólo dinero o dolor... el precio está en quién se es. El precio es la vida.
🎬🎬🎬🎬1/2
Francia / Reino Unido - 1h 21m
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