“Las cosas que el amor de un hombre loco pueden hacer,” Marilia.
Larga, sigilosa, flexible, escurridiza y velluda… como una tarántula, así es “La piel que habito”, filme de Pedro Almodóvar que fue reconocido con dos galardones en el Festival de Cannes y por la Asociación de Críticos de Washington como Mejor Película Extranjera y cuyo origen está en la novela homónima (a la araña de proporciones grandes) deThierry Jonquet.
En la España actual el Dr. Robert Legrand (Antonio Banderas) ha logrado inimaginables avances en el trasplante de piel. Vera (Elena Anaya), una paciente que habita en su casa, acondicionada como un hospital de lujo, es prueba de ello. La mujer, quien parece más una prisionera que una paciente, porta un peculiar traje color piel que semeja un traje de compresión. Su cuerpo y cara no muestras rastros de alteración alguna. Es la nueva piel que habita. La morada semeja, según se comenta, a la de la difunta esposa del médico. Robert recuerda como la perdió, después a su hija y su encuentro con Vicente (Jan Corbet), un despreocupado joven que cerró con la llave equivocada su reunión con Norma (Bianca Suárez), la mencionada hija. El giro abrió un resquicio de dimensiones tan peculiares, tan suaves y resistentes como la piel, tan insospechadas e incomprensibles como lo que hay debajo.
Con una fotografía limpia, un ambiente casi estéril, una atmósfera artística y una minuciosa banda sonora Almodóvar teje “La piel que habito”. El cineasta atrapa al espectador al sugerir una serie de misterios, de secretos, que poco a poco habrán de irse revelando. Están aquellos que tanto le gustan y que parecen sacados de una telenovela como la relación de Marilia (Marisia Paredes) con Robert (resulta ser su madre aunque él nunca lo sabe). Están otros que deben verse, atestiguarse, pare creerse. También están los momentos que rayan en el absurdo pero encajan en la trama como la aparición de Zeca (Roberto Álamo) vestido como tigre (con todo y cola). Y desde luego está presente la sexualidad, desde aquella que invita hasta aquella que agrede, desde aquella que consuela hasta aquella que transforma y provoca.
En “La piel que habito” Banderas sorprende con una interpretación donde el aplomo y estoicismo no están peleados con la emoción. Elena Anaya, en un papel inicialmente pensado para Penélope Cruz, hace lo propio como la misteriosa Vera, mientras que Jan Corbet encanta con su carisma y luego desgarra con su tragedia.
Tersa, sutil y fascinante como la piel de Vera, así es “La piel que habito”, una excepcional y sorprendente versión moderna del Prometeo que, tramada con los hilos de la venganza, el terror y la vulnerabilidad, refuerza aquella frase que el atrapado Vicente escribe para darse fuerza: “el arte te mantiene libre”.
España. 2011
Director: Pedro Almodóvar.
Reparto: Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Jan Cornet, Bianca Suárez.
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