"¡Te vengaré, Padre! ¡Te salvaré, Madre! ¡Te mataré, Fjölnir!" es la promesa y mantra que Amleth (Alexander Skarsgard) se repite una y otra vez a lo largo de "El hombre del norte", tercer filme de Robert Eggers y la épica vikinga definitiva.
Eggers empezó su carrera con "La Bruja", debut de Anya-Taylor Joy, a la que le seguiría "El faro". Con ambas daría cuenta de una cualidad autoral única para explorar temas, atmósferas y tratamientos que solo el cine independiente permite y que no pasaron desapercibidos. Con "El hombre del norte" presenta su primera gran producción. El filme carga con un presupuesto de cerca de 90 millones de dólares y expectativas muy distintas que ya lo hicieron enfrentarse, por primera vez, a focus groups que resultaron en ajustes a la versión final de "El hombre del norte".
La historia es una adaptación libre de la leyenda escandinava de Amleth que se dice inspiró "Hamlet" de Shakespeare y que también tiene claras referencias a "MacBeth". Es el año 895 A. C. cuando el Rey Aurvandill War-Raven (Ethan Hawke) regresa tras varias victorias para ser traicionado por su hermano Fjölnir (Claes Bang), quién lo mata. Amleth (Oscar Novak de niño, después Skarsgard), su hijo, lo atestigua y huye para salvar su vida, pero con la promesa de vengar su muerte.
Voy a decirlo como es y aunque suene contradictorio: ""El hombre del norte" es una buena, muy buena película; no me gustó del todo. Verla me resultó abrumador en un sentido que no acabo de comprender y eso quizás es más culpa mía que de la película, pero así son las cosas. Y es que después de ver "El faro", su anterior trabajo, retador en una forma distinta, quería saber más, necesitaba verla de nuevo para entenderla mejor, eso no me pasa con "El nombre del norte". Explico más al respecto.
En términos de producción, "El hombre del norte" es impresionante. El diseño de producción es impecable y, según se dice, es el más fiel en términos históricos. La fotografía es lúgubre, con una mezcla que transmite humedad, salvajismo y un sentido de pérdida que va más allá de lo literal. El trabajo del elenco es impecable y qué más se puede esperar si se tiene a Ethan Hawke (ojalá tuviera más tiempo en pantalla), Nicole Kidman (en una reina con más sorpresas de las esperadas y que es un tanto Lady MacBeth), Claes Bang (no tan conocido internacionalmente, pero ya con grandes trabajos a cuestas como "The Square. La farsa del arte"), Willem Dafoe (en una participación especial como Heimir, El Tonto, donde hace gala de esa locura que tan bien le sale), Björk (en su regreso al cine como una vidente inolvidablemente espectacular) y, desde luego, Anya Taylor-Joy y Alexander Skarsgard. Taylor-Joy es una estrella y continúa cimentando una carrera cada vez más deslumbrante. Uno quiere saber más de Olga, de dónde viene y qué sucederá más allá de lo que se deja ver en el final. Skarsgard tiene ahora sí una oportunidad de brindarle dimensión a un personaje de brutal físico y como no alcanzara a hacer en "Tarzan".
El guion es una exploración del destino y quizás en ello, en cómo resuelve, con todo y sus momentos oníricos (espectacular, en especial, la aparición de la valkiria), está esa sensación de deuda que deja el filme. Después de todo, los hilos que la sostienen los hemos visto antes, el cómo es lo que cambia y en ese cómo la voz de Eggers se siente menos firme, un tanto diluida ante lo grandioso de todo lo demás. Ésa es la cuestión, en el "conquistar de su destino", "El hombre del norte" como filme cumple con el suyo, pero no lo conquista. Eso no le resta méritos, pero la deja con esa deuda.
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EE. UU. 2022 - 2h 16m
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