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Crimen perfecto

ā€œLa ilusiĆ³n es el primero de los placeres,ā€ Oscar Wilde.

Pero para el escritor irlandĆ©s, tambiĆ©n, el hombre valiente es aquel que mata aquello que ama con una espada. Ted Crawford (Anthony Hopkins), un ingeniero aeronĆ”utico, confirma la frase. Su joven esposa tiene una nueva luz en los ojos y no es a causa suya. Crawford toma cartas en el asunto y le dispara (dĆ©mosle la concesiĆ³n, el hombre se moderniza en tĆ©rminos de armas). Acepta su culpa y firma una confesiĆ³n. El caso parece resuelto. Willy Beachum (Ryan Gosling), un abogado en asenso y apunto de dejar su puesto como adjunto del fiscal del distrito por un lugar en un prestigiado bufete, toma el caso; en parte, como un Ćŗltimo favor a su jefe, pero, sobre todo, intrigado por la presunciĆ³n con que Crawford lo reta. Las pruebas parecen contundentes pero tambiĆ©n los pruebas que Crawford presenta a su favorā€¦


ā€œCrimen perfectoā€ es inteligente al utilizar sus mejores atributos para disfrazar aquellos menos afortunados. Gregory Hoblit, su director, recurre a los elementos que previamente le funcionaran en ā€œLa raĆ­z del malā€ (1996), un trepidante thriller donde un abogado (Richard Gere) se enfrenta a una feroz fiscal (Laura Linney); el presunto culpable: un tĆ­mido e inseguro acĆ³lito interpretado por un muy joven Edward Norton. Como en aquel filme, en Ć©ste se desata un duelo de intereses, verdades a medias y dilemas Ć©ticos.


Con un guion que recurre a algunos lugares comunes y que, desafortunadamente, le harĆ­a cierto honor a su tĆ­tulo original, ā€œCrimen perfectoā€ tiene entre sus mejores elementos una atinada direcciĆ³n y un adecuado ritmo, amĆ©n de una asĆ©ptica fotografĆ­a y bellas locaciones. Sin embargo, a favor de su caso, la mejor defensa estĆ” en sus protagonistas. Anthony Hopkins recurre a ciertos recursos que recuerdan a su emblemĆ”tico Hannibal Lecter (ā€œEl silencio de los inocentesā€, 1991), pero los dosifica. Crawford es un enigma, tan hermoso e intrincado, como los objetos kinĆ©ticos (obra del artista Mark Bischof), donde canicas de cristal ruedan en un recorrido perfecto, que adornan su casa. Por su parte, Ryan Gosling hace uso de una tĆ©cnica actoral mucho mĆ”s orgĆ”nica en un personaje que mĆ”s adelante vendrĆ” a resonar en otras de sus interpretaciones (ā€œPoder y traiciĆ³n,ā€ 2011, por citar sĆ³lo un caso), y que tiene, como parece ser una constante en su obra, un fuerte momento de confrontaciĆ³n interna que lo lleva a una suerte de redenciĆ³n.


En el placer de la ilusiĆ³n, en la posibilidad de lo imposible, se centra el encanto de ā€œCrimen perfectoā€. Es la paradoja que se construya entre aquello que se cree saber y aquello que es. La ironĆ­a que Crawford le sentencia a Beachum: ā€œconocimiento es dolorā€. Y quizĆ” ese conocimiento sea tanto la fractura en la ecuaciĆ³n como el crimen perfecto.

Fracture

Alemania/EE.UU. 2007

Director: Gregory Hoblit.

Reparto: Anthony Hopkins, Ryan Gosling, David Strathairn, Rosamund Pike.

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