Lo que comenzó en "El jardín de las mariposas" termina en "La temporada de los niños perdidos".
Eliza Sterling, la más reciente adición al equipo del FBI, es la protagonista de esta entrega que sucede unos años después de "Los niños del verano" cuando Brooklyn, una niña rubia de ojos azules, que fácilmente podría confundirse con Faith, la hermana desaparecida del agente Eddison, hace lo propio. La investigación parece no ir a ningún lado hasta que Ian, el encargado del caso de Faith, presenta las piezas que los conectan con varios más a lo largo de tres décadas y que podrían ser la clave para descubrir qué ha sido de ellas.
"La temporada de los niños perdidos" es quizás la menos thriller de la serie "El Coleccionista" y no es que no lo sea, el suspenso y todos los ingredientes están ahí, lo que pasa es que en su centro está algo más grande, el deseo de hablar de la amistad como el hogar que se construye fuera del hogar, del hogar como el espacio donde se curan las heridas aunque como dice uno de sus personajes, ""sanamos, sobre todo, pero incluso las cicatrices pueden sangrar".
Al enfocarse en Eliza, Hutchison puede explorar tanto sus motivos para convertirse en agente como conectar el resto de los volúmenes en maneras que, aunque en cierta medida son fáciles de ver, escapan a lo obvio y eso puede sonar contradictorio, pero no lo es. Hutchison hace una labor muy cuidadosa al construir sus personajes y adentrarse en su psique, dialogando sobre una variedad de temas que van de las apariencias a las cicatrices emocionales pasando por la violencia infantil y de género, la labor de los agentes de FBI, la vulnerabilidad emocional, la culpa y la expiación.
Este tomo también le permite dar un cierre al misterio detrás de todos los demás, dejando conocer mucho más al agente Eddison, quién tiene una relación afectiva con Sterling. Y, es curioso, a su estilo también es perturbador, pero de manera sutil. Sterling físicamente es muy parecida a Faith. Ese parecido es vital para unir a cada una de las niñas desaparecidas y la causa por la que fueron elegidas. Esas elecciones inconscientes (o no) expresan tanto la causa del trauma como la manera de curarlo.
"La temporada de niños perdidos" tiene menos de ese factor shockeante de sus antecesoras, pero es mucho, mucho más emotivo, con un desenlace que refleja la madurez de su autora, quién no deja de retratar el horror, pero tampoco de mostrar la esperanza y la belleza que hay en las cicatrices y captura con gran tino esos pequeños detalles que expresan complicidad y que aquí sirven muy bien para dar momentos de comedia y otros de profundo afecto y compasición. "La temporada de niños perdidos" es un gran, digno y lógico desenlace para una tetralogía que bien vale coleccionar entre los recuerdos.
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"The Vanishing Season" - Mayo 2019
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