La más reciente adaptación del clásico de Jack London tiene suficiente corazón y encanto como para justificar su existencia y más aún, demostrar que cuando se comprende bien el material origen siempre se puede sorprender con algo nuevo. El filme combina live action con CGI para crear a Buck, el perro protagonista, cuyo destino lo lleva a reencontrarse con su verdadera naturaleza. Lo acompaña un Harrison Ford en pleno uso de su talento histriónico. Una gran alternativa para los amantes de los perros, para ver en familia y, sobre todo, para dialogar en torno a la naturaleza animal y humana.
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