La mayoría de los relatos sobre el holocausto se enfocan en hechos sucedidos en los países más cercanos al conflicto dejando de lado otros escenarios. Basada en la historia de Francesc Boix, "El fotógrafo de Mauthausen", lo tiene por protagonista. Durante su adolescencia estuvo, junto a un grupo de españoles, en un campo de concentración donde gracias a que había aprendido alemán y sabía tomar fotografías, se volvió asistente del fotógrafo del campo. El filme relata sus días ahí y su compromiso con salvar una serie de negativos que se volverían evidencia clave de la vida en el campo y ayudarían a enjuiciar a varios de sus líderes.
Es un relato bastante ecuánime que evita sobre dramatizar o caer en la manipulación. Tiene buen ritmo aunque le sobran un par de minutos. Mario Casas, notablemente mayor que Boix, quien tenía 20 años al caer en campo y parecía de menos, y con un físico que se percibe como más atlético y sano que el de un prisionero (y eso que perdió más de diez kilos para la parte), hace una buena labor como el personaje principal; es carismático, sensible, agerrido... cauto. La película se ha hecho de nominaciones al Goya y algunos premios Gaudí. Es una adición muy decorosa al género y una fotografía definitiva.
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