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"El brutalista" de Brady Corbet

Foto del escritor: Carlos Andrés MendiolaCarlos Andrés Mendiola
"No importa lo que los demás intenten venderte, lo que importa es el destino, no el viaje," Lázló Tóth

"La arquitectura debe hablar de su tiempo y lugar, pero anhelar la atemporalidad," decía el arquitecto Frank Gehry. La arquitectura es escultura habitable. La arquitectura es filosofía. La arquitectura es una declaración.

"El brutalista" es el filme de arte de 2024. Es la contraparte a la vanguardista y polémica "Emilia Pérez". Al igual que aquélla llegó en un festival de cine, el de Vencia, donde no ganó el premio principal, pero sí cinco reconocimientos, entre ellos el FIPRESCI que otorga la Federación Internacional de Críticos de Cine. De ahí, se ha hecho de 103 premios y 316 nominaciones, entre ellas 10 al premio Oscar. Está considerada en todos los rubros principales: Película, Director, Guion Original, Actor y Actriz de Reparto.

László Tóth (Adrien Brody) es el protagonista. El prólogo lo ve llegando a EE. UU. tras haber sobrevivido al Holocausto y ser separado de Erzébet (Felicity Jones), su esposa. László busca hacerse de una vida. La oportunidad le llega cuando por sorpresa, Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), descubre que es un arquitecto talentoso y le ofrece encargarse de diseñar y construir un centro comunitario con biblioteca, teatro, gimnasio y una capilla para honror a su fallecida esposa. El trabajo le dará otra vida y le permitirá reencontrarse tanto con Erzébet como con Zsófia (Raffey Cassidy), su sobrina y quién quedara huérfana en la Segunda Guerra Mundial. La obra tardará 14 años en concluirse.

Para comprender mejor "El brutalista", lo primero que hay que tener en cuenta es que el título proviene del brutalismo, un estilo arquitectónico que surgió durante los 50's en Reino Unido y característico de la posguerra. La palabra brutalismo como tal proviene de "béton brut", un término francés que se traduce como hormigón en bruto y también se utiliza para describir su evidente estética. Se caracteriza por construcciones minimalistas, el uso de materiales en bruto y la priotización de la estructura sobre lo decorativo. Es común ver en él los materiales expuestos, sin pintura, formas geómétricas angulares y el monocromatismo. Es un movimiento de vanguardia y una reacción a lo nostálgico de los 40's. Es un esfuerzo por destacar a través de ello lo simple, honesto y funcional, adaptándose a su propósito, habitantes y ubicación. Es socialista en tanto privilegia al grupo, más que al individuo.

"El brutalista" es una experiencia "brutal". Lo es en más de un sentido. Emocionalmente es contundente en un sentido en que expone las emociones de los personajes, de László principalmente, tal cual son. Sin artificios. Sin recursos o medios que los acentuén. Están ahí. En lo devastadora que fue la Segunda Guerra Mundial. Es "brutal" en su dimensión. "El brutalista" recuerda, aunque no lo es, a las grandes épica. A esas historias como "Casablanca" o "Lo que el viento se llevó" y no, no es una historia de amor en ese sentido aunque incluye una y sin duda es de un gran amor. La sensación está en que se está viendo "algo grande", trascendente (¡Y lo es!). Está en esa dimensión que también le da su duración de casi cuatro horas con intermedio incluido. Es el tiempo que se necesite. Los buenos platillos se cuecen a fuego lento y "El brutalista" lo es. Y, claro, está en lo que se construye en la historia, el tiempo que toma y en la magia que consigue para ello. "El brutalista" costó sólo 9 millones de dólares. Así que la dimensión no tiene que ver con el presupuesto, sino con la estrategia, el trabajo y los objetivos... con los sueños y anhelos.

"El brutalista" está organizada en dos actos, más un prólogo y un epílogo; el intermedio va entre los actos, desde luego. El parteguas entre ellos es la llegada o el reencuentro con Erzébet que se da en paralelo con el inicio del centro comunitario.

Adrien Brody es el alma de "El brutalista". Brody es uno de los grandes actores de su generación. La "revolución" le hizo justicia en 2002 con "El pianista", convirtiéndolo en el ganador más joven del Oscar en la categoría de Mejor Actor. De ahí, ha tenido una buena carrera, aunque sin una gran marquesina. Los intentos por convertirse en súper estrella tras su victoria no rindieron frutos. Es curioso, quizás mera coincidencia, que sea otra película asociada con la Segunda Guerra Mundial la que lo tenga de nuevo en el foco. Otra historia de sobrevivencia. La madurez histriónica de Brody está presente. Es impresionante ver las capas con las que llena su interpretación y la manera en cómo a través de su cuerpo y mirada dice tanto. De serle merecedor este trabajo de un segundo Oscar, será más que adecuado.

El corazón de "El brutalista" está en Felicity Jones. Jones fue ya nominada en 2015 por "La teoría del caos" y tiene en su haber otros grandes trabajos como "La voz de la igualdad". Su Erzsébet combina una mezcla de amabilidad y dulzura con un tanto de amargura, no de aquella que agria el carácter, sino de la que expresa que se han visto los horrores de la vida. Está también Guy Pearce, quién hace un rol que es entre guía y antogonista. Es encantador por momentos. En otros, ya más en el clímax, desgarrador. Es una expresión del nacional asistencialista, pero también que reprocha y busca que se pague un precio. Esta es, increíblemente, la primera nominación al Oscar de Pearce. Mención especial para Raffey Cassidy, Zsófia. La adolescente que queda muda no por cuestiones físicas, sino por el impacto. Ariane Labed la releva para el final. La frase del inicio es dicha por ella en alusión a su tío y es el remate perfecto para "El brutalista".

Lo brutal y contudente de "El brutalista" está en lo que construye y en cómo lo construye. Por un lado, habla del legado, del pasado, el peso que deja y cómo se lleva o se asume. Es curioso que es una perspectiva que tiene en común con "Un dolor real" y "La lección de piano". Las tres lo abordan de maneras muy diferntes, pero igual de relevantes. El brutalismo, sobre todo, es la metáfora perfecta para poner las verdades de frente y expresar, a través de la gran labor arquitectónica que se hace, una equivalencia con la vida y con cualquier proyecto que se emprende. ¿Qué es la arquitectura sino la construcción de una vida? Vaya, así de "brutal" o retador es hacer, por ejemplo, una película. Así que le viene muy bien a Hollywood. Y, claro, así de "brutal" es hacer algo, poco o mucho, con la vida. Por eso justo, "lo que importa es el resultado, no el viaje". Como dice Virginia Woolf en sus últimas palabras en "Las horas", es "mirar a la vida en la cara y conocerla por lo que es...". En ese destino que sólo se ve al final está, con toda su verdad, lo brutal.

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EE. UU. / Reino Unido / Canadá 2024 - 3h 43m






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ACERCA DE

Storyteller por convicción, Carlos utiliza sus herramientas para generar un impacto positivo en ámbitos que van de la educación al liderazgo, pasando por el marketing, la creación de marcas, la escritura de guiones y el análisis cinematográfico.

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