Hace un par de años Dylan O'Brian parecía destinado a convertirse en una estrella de cine. Venía de una serie exitosa ("Lobo adolescente") y protagonizaba la que quizás fue la última serie de novelas juveniles en llegar con tino a la pantalla grande: "Maze Runner". "Asesino: misión venganza" prometía sumar a su carrera.
Mitch Rapp es el protagonista de casi una veintena de novelas. Vince Flynn lo crearía y Kyle Mills continuaría escribiéndolo tras su muerte en 2013. "Asesino: misión venganza" es en realidad una precuela pues el personaje aparece en plena forma cuando se le introduce en "Transfer of Power". En esta ocasión, Mitch está de vacaciones con su novia, le propone matrimonio para perderla momentos después. Consumido por el dolor, se prepara física y mentalmente para vengarse del grupo islámico responsable. Entonces, la CIA lo recluta.
La cuestión con "Asesino: misión venganza" es que no trae nada nuevo a la mesa y ni la labor de O'Brian, ni de Michael Keaton o Taylor Kitsch pueden salvarla. Está centrada en la acción y se va fácil, pero desaprovecha explorar un personaje que podría (y debería) ser mucho más interesante y complejo. Al hacerlo, precisamente se convierte en una más de espías, venganza y terrorismo. Ahí se queda, ahí se pierde. Eso explica porque apenas y cumplió en taquilla (67 millones de dólares de un presupuesto de 33) y porqué su primera misión fue la última... al menos hasta que alguien más recate el personaje y lo intente de nuevo, quizás con más tino.
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