Unos "Parásitos" se le cruzaron enfrente a esta joya en el Festival de Cannes, pero la llama que late en ella es tan poderosa que difícilmente el tiempo o el espacio la apagarán.
Son los últimos años del siglo 18 y Marianne, una pintora, es cuestionada sobre una de sus obras, sobre el "Retrato de una mujer en llamas". Entonces recuerda su llegada a una isla con la única tarea de retratar a Héloise. El cuadro servirá como tarjeta de presentación para que la joven sea desposada por un noble en Milán.
Cámara y pluma de Sciamma pintan con fuerza, verdad y sutileza esta historia de amor que a su vez es un retrato de una época, una mirada a la vida de mujeres, quiénes aún sin hombres, no pueden más que robarle instantes a lo que dictan las tradiciones. Marianne sobrevive en el gremio gracias a su talento e ingenio, pero el mundo en el que se mueve no está destinado para ella. Héloise está destinada a casarse, aunque no lo desea y a pesar de haber encontrado otra alternativa para su vida, sólo que la vida, "no quiere eso para ella".
Como lo hacen las buenas pinturas, "Retrato de una mujer en llamas" transporta a otra época. Es sobre dos mujeres y el cuadro que las une y las separa a la vez. Es la más pura constancia de lo que es el amor, de cómo el arte imita a la vida y la vida al arte y de cómo poesía, luz y ritmo se funden para que su poderosa belleza deje presencia de esa "mujer en llamas".
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