Carlos Andrés Mendiola

1 de ene de 20173 min.

El origen

“¿Cuál es el parásito más resistente? Una idea. Una idea puede construir ciudades. Una idea puede transformar al mundo y rescribir las reglas...” Dom Cobb.

Genial. Intrigante... gratamente desconcertante.

Chrisopher Nolan regresa después del éxito de “El caballero de la noche” (2008) con la apuesta más arriesgada del verano de 2010: una superproducción de aproximadamente 200 millones de dólares con un elenco que incluye a seis nominados y dos ganadores al Oscar, un guion gestado en casi una década y del cuál su creador sólo anticipó que sucede en “la arquitectura de la mente”.

La última táctica en el espionaje empresarial es el robo de ideas a través de la inmersión en sueños. Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es el experto. Saito (Ken Watanabe), un poderoso billonario, lo contrata para conseguir lo opuesto: introducir una idea en la mente de su rival (el heredero millonario Robert Fisher Jr. interpretado por Cyllian Murphy) y hacerlo creer que es suya. Es una misión que no se ha hecho antes pero a cambio Dom recibirá lo único que el dinero no puede conseguirle (ver a sus hijos de nuevo). Para lograrlo deberá integrar a un nuevo miembro a su equipo de expertos. Arthur (Joseph Gordon-Levitt) es el planeador, Eames (Tom Hady), el hombre de las muchas caras, y Yusuf (Dileep Rao), el experto en sedación. Ariadne (Ellen Page), una estudiante de arquitectura, es la adición. Su tarea consiste en crear el mundo en el que tendrá lugar el sueño; si el “Extractor” (Cobb) llevara a cabo la tarea se correría el riesgo de que cruzara la línea que separa al sueño de la realidad (la presencia de Mal, interpretada por Marion Cotillard, la esposa muerta de Cobb, a quien se acusa del crimen, en una primera misión bajo el mando de un arquitecto que no sobrevivió da cuentas de ello). Pero a pesar de las previsiones los sueños son impredecibles, por un lado están las defensas del cuerpo huésped, por otro, los inconscientes de sus visitantes y, por otro más, los incontenibles límites de la imaginación.

Técnica e histriónicamente “El origen” es impecable. Fotografía, vestuario, escenografía, efectos especiales y dirección de arte confluyen para darle verosimilitud al relato. Es en él y en el cuidadoso y meticuloso detalle con que Nolan va desdoblando la historia en donde reside el mérito y la grandeza del filme. Y es que Nolan ha creado una película que es inmune a los spoilers: saber el final no significa nada si no se sabe cómo se llegó ahí. Se trata del proceso, de cómo la realidad se desdobla en un sueño, el sueño en realidad y la realidad en sueño, en un laberíntico e interminable juego de muñecas rusas. Es por eso que Ariadne es tan importante, pues como en la mitología griega deberá ayudar al héroe a escapar de la trampa... aunque el destino del espectador no tiene el mismo salvavidas.

“El origen” es una obra maestra contemporánea que demuestra que un filme puede ser a la vez una superproducción y una obra de arte. Es un filme que hace honor a su nombre al sembrar en el origen una idea: ¿Qué es la realidad? ¿Qué sabemos en realidad? Y con ello la duda ha sido sembrada.

EE.UU. 2010

Director: Christopher Nolan.

Reparto: Leonardo DiCaprio, Michael Cane, Ellen Page, Tom Berenger, Pete Postlethwaite, Lukas Haas, Ken Watanabe, Ellen Page, Joseph Gordon-Levitt, Dileep Rao.

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