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Foto del escritorCarlos Andrés Mendiola

Profundo carmesí

Vacío, desesperación, soledad, vanidad e inseguridad.


En el México de los años 40 se forma una singular pareja. Coral (Regina Orozco) es una enfermera obsesa con esperanzas de encontrar a su príncipe azul, quien debe ser una suerte de Charles Boyer, estrella de la época. El sueño parece convertirse en realidad cuando aparece Nicolás (Daniel Jiménez Cacho) un hombre de acento español y fabulosos modales. Tras la primera cita, Coral termina sin un peso, pero con la esperanza de un amor. La mujer decidida a todo busca al don Juan y le ofrece un pacto: ella será su cómplice, actuarán como hermanos y juntos estafarán a otras mujeres... juntos. Nicolás acepta, pero Coral debe renunciar a sus hijos. La enfermera duda y cumple. Así, la pareja inicia una serie de visitas que siempre terminan de manera trágica debido a los celos de Coral.



Arturo Ripstein presenta su versión de un hecho real que antes fue puesto en escena como “Lonely Hearts Killers” en 1969. La cinta, acreedora a varios premios internacionales, entre ellos tres premios Osella en el Festival de Cine Internacional de Venecia, funciona debido al magnífico trabajo de su director y las grandes actuaciones de sus protagonistas. Orozco saca provecho de cada instante para hacer gala de su histrionismo. Coral enternece al tiempo que perturba. Jiménez Cacho no se queda atrás como el hombre inseguro que se avergüenza de sus defectos y los esconde para paradójicamente presentarse como el hombre perfecto. El resto del reparto es de primera línea e incluye a figuras como Marisa Paredes, Patricia Reyes Espíndola y Julieta Egurrola. Sherlyn tiene una breve pero efectiva aparición como uno de los hijos abandonados.

“Profundo carmesí” es un interesante trabajo que deja al espectador sorprendido por los recovecos del ser humano, sus carencias y consecuencias. El filme toca el tema de las apariencias y la vanidad, pero va más allá. Los personajes están conscientes de sus carencias y las esconden, pero en el otro no ven la suma de otros defectos sino la realización de un ideal. Para ella Nicolás no es un fraude y mucho menos un patético hombre que se oculta detrás de su peluquín, sino a Charles Boyer. Para Nicolás, Coral no es una mujer obesa que ha abandonado a sus hijos, sino una mujer dispuesta a cualquier sacrificio por él.


El amor, la unión entre Coral y Nicolás, se tiñe de carmesí como reflejo de sus intensos, pero desordenados interiores. El paisaje donde se desenvuelven, las circunstancias, no son las propicias para su justa realización. Es el conjunto lo que inquieta, desgarra y causa el derrame de ese vital líquido que tiñe invariable e imborrablemente de profundo carmesí el alma.

México 1996

Director: Arturo Ripstein.

Reparto: Regina Orozco, Daniel Jiménez Cacho, Marisa Paredes, Patricia Reyes Espíndola, Julieta Egurrola, Verónica Merchant y Sherlyn.

Artículo inicialmente publicado en el periódico estudiantil “La Catarina” de la Universidad de las Américas-Puebla. Derechos Reservados de Carlos Andrés Mendiola H.

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