"Una mujer original no es aquella que no imita a nadie, sino aquella a la que nadie puede imitar," María Félix
Y aun así, "María Félix: La Doña", lo intenta.
Vix+, en su estreno, lanza dos episodios de los 8 y a los cuáles se les sumará uno más cada jueves. Inicia con María (Sandra Echeverría) presentándola y destacando que es una mujer única y que sólo ella puede contar su historia porque "nadie me ha amado como me amo yo". Es un inicio tropezado, Echeverría se ve posada, tratando de ser La Doña. Afortunadamente el recurso termina ahí.
El primer episodio, "Una mujer con corazón de hombre", presenta a María ya como una niña (Abril Vergara), preadolescente, en el rancho de sus padres, conviviendo con sus diez hermanos, bajo las tradiciones de una familia tradicional y con un padre (Guillermo García Cantú) dominante y de carácter muy fuerte. En especial se enfatiza su relación con Pablo (Emiliano González), quién es enviado al ejército por su padre ante la sospecha de una relación incestuosa con María. En "Las dos caras de la belleza" el recorrido de María (Ximena Romo) va de los 16 a los 24 años e incluye su incursión y victoria en un concurso de belleza, su encuentro, los obstáculos, boda y separación de Enrique Álvarez (Gerardo Miranda), su primer esposo, concluyendo con su separación de su hijo y con el primer guiño hacia la actuación. "La diosa que no se arrodilla" es justamente el relato de su debut en el cine en "El peñón de las ánimas", sus diferencias con Jorge Negrete (Mauricio Salas) y después con Agustín Lara (Rodrigo Magaña).
La mejor manera de describir "María Félix: La Doña" es como dispareja. Se ve mejor que otras series de Televisa, pero no deja de verse menor frente a series de época de otras casas productoras. El primer capítulo cuesta un poco de trabajo, pero mejora. Se le agradece que no evita temas delicados como la relación de María con Pablo, aunque tampoco los aclara; en ese caso en especial lo deja abierto a interpretación, sumando a la leyenda. Un aspecto que brinca, por cierto, es cómo la actriz Abril Vergara se convierte en Ximena Romo, sobre todo en cuestiones de tez. Vaya, las dos se parecen, pero ningún niño de piel morena clara o apiñonada se vuelve blanco en la adolescencia. Es un detalle que no pasa desapercibido. ¿Acaso no pudieron decidirse?
Ximena Romo es una gran adición para la serie. Más allá de su belleza, la actriz le da personalidad al personaje, sin caer en la caricatura y mostrando esos contrastes de una mujer que tartamudeaba cuando estaba nerviosa, pero que no vacilaba en poner en su lugar a quién la retaba. La labor de Romo contraste con esa presentación de Echeverría y, de nuevo, con su tez. Es de preguntarse por qué si Romo es tan parecida a Bárbara Mori no se recurrió a ella para interpretar a la diva del cine mexicano en su etapa madura. Mori ha dado cuenta de contar con la fuerza necesaria para un personaje así, no digamos con el magnetismo suficiente. La serie mejora, sin duda, con Romo.
El guion se defiende. Tropieza al inicio, pero, en conjunción con la labor de Romo, uno quiere saber qué sigue aún y cuando ya conozca la vida de Félix. Mezcla anécdotas conocidas con otras no tanto y no se olvida de que su figura central es fascinante por su belleza y personalidad, con sus aciertos y desaciertos, con un carácter no siempre fácil, adelantada a su tiempo, impulsada y atrapada al mismo tiempo por sus decisiones. Es impresionante verla apabullada por la fuerza de su padre, luego luchar por su hijo, pelear por lo que considera justo (buenísima la anécdota de cómo, en su debut, consiguió quintuplicar su sueldo) y también sufrir, por ejemplo, ante el rechazo de su familia cuando decide ser actriz (en qué "malos pasos has caído", le dice su madre). La serie va bien, consiguiendo un equilibrio que deja ver que María era desde niña y cómo esa fuerza va saliendo y forjándose para construir a la diva que, en sus palabras (aún no dichas en la serie), no se creía "la divina garza", era.
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México 2022 - Episodios de alrededor de 1 hora
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