Una telenovelícula surrealmente musical.
1998 fue el año en que "La Usurpadora" se convirtió en un clásico. La telenovela adaptaba una versión homónima venezolana y que en México ya se había hecho bajo el nombre de "El hogar que yo robé". "La Usurpadora" se vendió a más de 110 países, se dobló a 25 idiomas y es uno de los melodramas más repetidos. Ahora es un musical.
En esta versión Victoria (Isabela Castillo) está en Las Vegas con su amante; su familia la hace , en un centro de rehabilitación (porque se le da la bebida). Está cansada de su vida y quiere más tiempo. Cuando se da cuenta que Valeria (también Castillo) es idéntica a ella le "ofrece" un trabajo a cambio de no delatar el estatus ilegal de su abuela (Cecilia Toussaint) y ayudarla con el tratamiento médico que necesita. La llegada de Valeria a México la enfrenta a la muy disfuncional familia que hace con Carlos Daniel (Alan Estrada), sus dos hijos (de un matrimonio previo) y su suegra, Inés (Susana Zabaleta), amén de que la fábrica de tequila de familia está en crisis.
Como si de gemelas se tratara, hay dos formas de mirar a "La Usurpadora". Viéndola con ojo crítico es literalmente una telenovela, pero en menos tiempo y con canciones. El tono actoral es de melodrama, las escenas que suceden en EE. UU. tienen también ese doblaje (que desconcierta y la mayoría de las veces está mal logrado), las situaciones son irreales, las actuaciones están en más de un caso sobre actuadas (una pena ver en lo que ha caído Jesús Ochoa, con ya varios años haciendo lo mismo y aquí, como ya es sabido, sin cantar; está doblado en uno de los números), los valores de producción están limitados y los números musicales son pobres (vaya, en la mayoría los pasos son como de festival escolar, con un brazo moviéndose a un lado, siendo notorio que el ensayo fue poco, tomas cerradas para evitar mostrar que no están coordinados y hasta algunas tomas quemadas, con la luz dándole al actor de frente y no dejándolo ver... no, no es una propuesta estética, es un error). A Santiago Limón, el director, se le nota que aún le faltan clases de lenguaje audiovisual. En su haber lo más decente es "Cindy la regia", lo demás ("Hasta que la boda nos separe", "No porque me enamoro" y "Rebelde") deja mucho que desear.
Por el otro lado de la monera, "La Usurpadora" es muy divertida. Si se ve a sabiendas de que sus intenciones no son competir o presentar un musical al nivel de Hollywood es tan surreal que es inevitable dejarse llevar por las situaciones y los números son bastante pegajosos. El elenco, en su mayoría, canta. Isabela Castillo es una revelación. La actriz cubana tiene una carrera en el mercado latino de EE. UU. habiendo participado en series como "Grachi" o la narconovela "El señor de los cielos". Es muy angelada, se le dan los tonos del melodrama y sostiene bien el filme. Alan Estrada es una agradable sorpresa como galán. Susana Zabaleta se ve se divierte; es muy extraño verla, por cierto, a Kabah, OVT y Lynda en un medley. Alejandra Ley merecería más tiempo como Lupita, empleada de la casa, y Cecilia Toussaint cumple como la abuelita. En cameos aparecen Alejandra Guzmán, quién hace a una suerte de estilista / consultora de imagen y que transforma a Valeria al ritmo de "Con zapatos de tacón"; Gabriela Spanic es una empresaria que quiere comprar la fábrica de tequila. Hubiera sido un gran detalle que fuera la madre de las gemelas, pero ese rol requería a una actriz que se viera humilde y es claro que la Spanic, antes muerta que sencilla (y con los efectos de varios arreglos estéticos hubiera sido poco creíble, aunque no es que importe mucho).
Como sucedió con "¿Qué le dijiste a Dios?" es un tanto extraño ver temas conocidos ahora en el contexto de la telenovelícula, pero, en su mayoría, funciona. La selección es de los 90's, acorde con la versión más exitosa. Entre otros temas, están "La vida es un carnaval" de Celia Cruz, "Mi Tierra" de Gloria Estefan, "No me ames" de Jennifer López y Marc Anthony, ""Mala hierba" de Alejandra Guzmán y "Dame otro tequila" de Paulina Rubio. Sí, es una selección muy ecléctica. Algunos funcionan mejor que otros, algunos están mejor integrados y hay un par como "No podrás" que es un crimen (en verdad, una pena ver en lo que se ha convertido Chucho Ochoa).
"La Usurpadora: El musical" no usurpa su lugar, se hace de uno y quizás haga uno para otros filmes similares. Es un placer culpable que en todos sus defectos, que son muchos y variados, no deja a nadie indistinto (literal, hubo quién se salió del cine a los 5 minutos, hubo quién aplaudió al final) y a la mayoría, la deja, como en carnaval, cantando.
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México 2023 - 1h 55m
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